Arte, cine

El Resplandor: Un molde de culto fuera del molde

Se suele decir que las obras literarias siempre serán la sombra de los productos audiovisuales inspiradas en ellas, pero El Resplandor rompe dicha regla; por todos los recursos narrativos a nivel de imagen empleados, lo cual hace que sea una obra de arte digna de analizar, saliéndose de todos los clichés que por décadas ha tenido el cine de terror y misterio.  Este film construye su argumento a nivel psicológico más allá de acciones de fuerza que enganchen al espectador, acá la conexión se hace a nivel intertextual, pero esto podemos aplaudirle a la historia original que viene de la literatura; sin embargo, en El Resplandor se produce un tratamiento a la imagen muy cuidadoso y orgánico que nos asfixia como si estuviese viva. Esto le ha valido a la obra para ser estudio de caso de muchos aficionados al séptimo arte.

A nivel de encuadre, inicia con grandes planos generales, panorámicas y travelling aéreos que progresivamente se van cerrando hasta situarnos en el lugar donde se desarrollará la historia. Los movimientos de cámara son parte neurálgica de toda la película, travellings de acercamiento, seguimiento, descubrimiento por ejemplo en los pasillos que poseen perspectivas marcadas, dirigiendo a los personajes a los puntos de fugas y su vestuario generalmente tiene un color que dirige la atención como la chaqueta roja del niño en su triciclo. Otro espacio bastante interesante es el laberinto, los seguimientos de la cámara nos provoca angustia, intranquilidad, nos desacomoda, nos vuelve parte del escenario bidimensional o dicho escenario se vuelve parte de nuestro trance emocional.

El juego de planos subjetivos que se incorpora constantemente, con las visiones tanto de Jack como de su hijo nos permite ingresar en una lógica psicológica bastante difícil de describir, pues cada reacción es diferente, pero con una estrategia bastante conductista llevada a la imagen, pues nos emite un estímulo y el cuerpo responde emocionalmente perturbado.

Las angulaciones en cenital, picada y contra-picada aportaban de gran manera a producir emociones de desenfreno, inferioridad, terror. De hecho,  este tema colaboraba bastante para diferenciar de forma binaria la debilidad de la esposa y el machismo de Jack.

Sobresalían los constantes fundidos encadenados como transición a lo largo del film. Últimamente aprecio muchos las composiciones que encuadran dentro del encuadre de la pantalla, pues nos dan un plus de adrenalina combinado con una imagen afectiva fuerte como lo es el caso de la escena del baño del El Resplandor.

No puedo dejar de mencionar la forma de iluminar de esta película, ya que rompe el molde de las películas de terror que suelen tener características particulares; en esta obra se produce una progresión que desde el inicio nos asfixia, nos perturba, nos hiere pero en espacios amplios, bastante iluminados muy naturales que parecen inicialmente no ser para un film de culto. Hay un contraste bastante marcado entre la calidez interior del hotel y el ambiente frio de la nieve produciendo resplandor, pudiendo ser una simbolismo de la película adicional a la telepatía de Danny.

La dirección de arte trabajó para que la escenografía sea completamente perfecta, de hecho eso queda demostrado en la simetría de muchos espacios y los perspectivas de los pasillos con figuras geométricas que en el ser humano aplicando las Leyes de Gestal pueden contribuir a la locura temporal mientras dura la película.

La iluminación fue variando conforme la obra se desarrollaba, se tuvo momentos donde predominaban sombras y ya lugares oscuros, justamente antes de salir al laberinto que sería el escenario para el desenlace de esta historia que jugaba con los miedos del ser humano llevándolo a sus extremos.

Un film magistralmente perturbador que no pierde vigencia como una obra de arte que trasciende, con uso de elementos visuales minuciosamente manejados, una perfección tan obsesiva como El Resplandor

Deja un comentario