Por Hugo Berozzi
Yo desde chico me he opuesto al aborto, no tengo claro el porqué. Tampoco es un tema que se charlara mucho en mi casa, pero mi viejo siempre estuvo a favor y no recuerdo haberlo charlado con mi vieja, ni que ella se lo discutiera a mi viejo como sí sucede con otras cosas. Mi familia nunca fue religiosa, ni fui a una escuela católica. Alguna vez se charló en contra del aborto en alguna de las pocas clases que tuve de Educación Sexual, pero el médico nos recomendó que este tema se charle con los padres.
¡Siempre estuve en contra!
Estar en contra, creo que tiene que ver con la idea que mucha gente sostiene relacionada a defender la vida humana. La vida humana como proyecto colectivo de una sociedad. Por ello, estuve en contra, por los mismos motivos que estoy contra la pena de muerte. Hablar de muerte, de asesinato, me duele, me hace ruido, me indica que algo no está bien.
Sin embargo, en el correr de los últimos años, como supongo ha ocurrido con gran parte de la sociedad, fui cambiando progresivamente de opinión, hasta apoyar plenamente la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, Legal, Seguro y Gratuito y las posturas del masivo movimiento feminista argentino.
He aquí los argumentos de ese cambio radical:

Lo primero que me hizo entender al aborto como un problema fueron las muertes por abortos clandestinos. Alguna historia familiar, un médico clandestino a una cuadra de mi casa, una amiga que aborta. Creo que sería raro que alguien no haya escuchado nunca un caso cercano. Siempre charlado en voz baja y en grupos reducidos… Siempre silenciado.
Algo que no se dice en voz alta genera vergüenza, miedo, pero también cárcel en la Argentina y gran parte de Latinoamérica. Lo que genera miedo y cárcel no se estudia, no se conoce, no se charla. El desconocimiento combinado con pocos recursos materiales y la falta de contención emocional ha llevado en cientos de casos a la muerte. Según del Anuario de Estadísticas Vitales de la Dirección de Estadísticas e Información de Salud Argentina 2 de cada 10 mujeres muere por aborto clandestino, lo que da un aproximado de 47 mujeres al año convirtiéndose desde 1980 en la primera causa de muerte individual materna del país.
En este contexto, es importante recordar la frase de Favaloro en la que sin estar a favor del aborto, afirma:
«Estoy harto de que se nos mueran chicas pobres para que las ricas aborten en secreto. Los ricos defienden el aborto ilegal para mantenerlo en secreto y sin pasar vergüenza. Se nos mueren nenas en las villas y en sanatorios hacen fortunas sacándole la vergüenza del vientre a las ricas. Con el divorcio decían que era el fin de la familia y sólo fue el fin de la vergüenza de los separados ilegales. Con el aborto legal no habrá más abortos, ni menos. Habrá menos madres muertas. El resto es educar, no legislar.»

Si las muertes existen, ya no se trata de una cuestión moral o ética, se trata de un problema de salud pública, es decir, un asunto de política pública. A partir de ese momento empecé a considerar la legalización del aborto como una solución y un derecho vinculado a la desigualdad social y económica. Así y todo me seguía haciendo ruido la idea de matar.

Desde el punto de vista jurídico el aborto ya es legal desde hace aproximadamente 100 años en Argentina para los casos en que la mujer haya sido víctima de una violación. Por tanto la ley que se trató en el Senado no es inconstitucional. Muchos organismos internacionales también se han pronunciado a favor de la despenalización, incluyendo el Comité por los Derechos del Niño de la ONU.

Ya con esos argumentos había tomado partido a favor de la despenalización, pero el aborto en sí todavía me seguía haciendo ruido. Sin embargo, he terminado por comprender, considerar, y ahora sostener -y acá es cuando se pone filosófico el tema-, que aquello que llamamos “persona” y “vida humana” no deja ser una convención social influida muchas veces por motivos religiosos y de poder.
Así, en las épocas de mayor expansión del cristianismo, los esclavos no eran considerados personas, sino seres inferiores. El nazismo tuvo sus delirios de supremacía racial, aún presente fuertemente en Europa. Unas personas tienen menos derechos que otras en algunos países por el sólo hecho de no haber nacido allí o no tener la ciudadanía. Es decir que lo que “nos hace personas” no es algo unánime y eterno, sino que ha ido cambiando a lo largo del tiempo gracias a la lucha y el acuerdo de muchas personas.

Por otro lado, para otras religiones como el hinduismo, que tuve oportunidad de conocer estos meses, la concepción de vida y muerte nada tiene que ver con occidente, siendo legal el aborto en Nepal e India prácticamente desde que son Estados. Es más, si se observan qué países penalizan el aborto en todos los casos, hay un claro sesgo hacia los países católicos, con los centroamericanos y El Vaticano a la cabeza.

Además, si bien hay argumentos “biológico-científicos” para hablar de vida en un feto, también los hay para negar que sea una vida posible fuera del útero. Hay una buena exposición del Biólogo molecular y genetista Alberto Kornblihtt que se refiere a la diferencia entre embrión y ser humano. Obviamente toda opinión científica está atravesada por la propia visión del mundo y por tanto, por aspectos religiosos. Todavía recuerdo el día que le pregunté a la profesora de Biología en noveno grado cómo se crean “de la nada” las bacterias anaeróbicas del botulismo en una lata que se golpea y se echa a perder, a la cual me contestó: “el único que crea es Dios”. Hasta el día de hoy no sé de dónde vienen las bacterias.
El corazón cuando empieza a latir, el sistema nervioso o el cerebro, la fecundación o cuando el óvulo fecundado se aloja en el útero, el nacimiento, etc. Todas posturas que no dejan de ser arbitrarias al determinar cuando un grupo de células merece ser llamado “vida humana”.

Hablando de poder y convención social y cultural, la maternidad ha sido históricamente una de las razones para subordinar a la mujer a un rol de procreación y cuidado doméstico, alejada de la posibilidad de opinar desde su perspectiva en todos los ámbitos mencionados en los argumentos anteriores: político, jurídico, religioso y científico. La maternidad que no se decide y se afronta por presión patriarcal resta libertades (en todos los sentidos de la palabra) ya que todas las tareas relativas a criar a un ser humano, recaen en esa mujer oprimida. Desde los 9 meses de embarazo al resto de la vida en que la contención emocional de “la mamá” existe.
En un contexto más regional donde en muchos países el aborto no es legal ni en el caso de violación como Ecuador… ¿Se puede hablar de defensa de la vida al penalizar mujeres y niñas por decidir?
En Ecuador 17.4 niñas menores de 14 años han parido entre el 2009 y 2016 la mayoría producto de una violación no registrada como tal. Según datos de la Defensoría Pública la mayoría de mujeres judicializadas por abortar son jóvenes, adolescentes y empobrecidas. El movimiento Aborto Libre Ecuador ha registrado 326 casos de penalización de mujeres entre Enero 2013 y 2018

- Si de defender la vida se trata, qué mejor que incidir en el desarrollo de políticas públicas que promuevan justicia social.
- Si de defender la vida se trata, que mejor que como hombres identifiquemos nuestros privilegios y decidamos compartir las tareas de cuidado del hogar con nuestras compañeras, esposas, novias, hermanas y madres.
- Si de defender la vida se trata, qué mejor que apoyar las luchas para que nuestras hijas y hermanas tengan la posibilidad de decidir cómo y cuándo quieren ser madres según sus posibilidades y decisiones, sin que esto sea una carga debida a un “error” o peor aún por la fuerza y la violencia patriarcal tanto fuera como dentro de una relación.
- Si lo que buscamos es salvar la vida, qué mejor que charlar de sexo en las escuelas y en las casas desde un enfoque de género y no atravesado por la moral.
- Si lo que buscamos es salvar la vida, qué mejor que apoyar políticas públicas que acompañen la crianza de niños y niñas desde la salud, la educación y la contención emocional.
- Si lo que buscamos es defender la vida, qué mejor que aceptar que “la maternidad será deseada o no será” apostando a que un hijo, una hija, une hije sea el resultado de un proyecto individual o colectivo consensuado.
- Si de defender la dignidad de la vida humana se trata, qué mejor que apoyar al movimiento feminista en su lucha por la despenalización del aborto y el acceso al Aborto Legal, Seguro y Gratuito en toda la región
